Por un lado el virtuoso Sansón, verdadero héroe, terror de sus enemigos gracias a la fuerza sobrehumana que le proporcionaba su pelo.
Por otro lado su pérfida y traidora esposa, Dalila, cruel y despiadada mujer capaz de vender a su marido
a los filisteos por unas cuantas monedas.
La historia acababa cuando Sansón, después de un buen rapado que le hace su señora mientras duerme y atado a las columnas del templo, saca fuerzas de no se sabe dónde (¿tendría pelo en sitios ocultos?), las derriba y muere aplastado. Él y un montón de filisteos más que en esos momentos celebraban el acontecimiento.